LA MEDIACIÓN COMUNITARIA O VECINAL

En el día a día son múltiples las esferas de relación en las que se forja la convivencia. La relación entre vecinos y vecinas, sean de un mismo inmueble, de una misma calle o entre fincas confrontadas, se configura como núcleo básico de convivencia y de vida en comunidad.

Vivir en sociedad exige, la promoción de sentimientos y la creación de vínculos de pertenencia en la comunidad, el entendimiento desde la conciliación de los diferentes intereses individuales con los colectivos, en síntesis, una actitud de respeto hacia el otro. Sin duda es en este núcleo básico de convivencia donde muy a menudo surgen conflictos que ponen en peligro esta convivencia y perturban la convivencia en comunidad pacífica.

¿Cuántas personas se encuentran en la situación que, después de haber hecho o estar haciendo un importante esfuerzo económico, con la compra de un piso, de una casa o de una finca, ven peligrar su satisfacción por una mala convivencia vecinal?

Es precisamente la mediación comunitaria o vecina un método alternativo para la resolución de los conflictos que se pueden llegar a plantear en el día a día de las personas que viven y conviven en el mismo barrio, calle o edificio; y en general, a los conflictos fruto de la misma convivencia y la vida en sociedad.

Para iniciar el proceso de mediación se requiere que se den ciertos requisitos. El primero, que las partes tomen conciencia y acepten la existencia de un problema o conflicto; la segunda, voluntad inequívoca de poner- hi-fi, o cuando menos de minimizarlo, y la tercera, querer tomar parte en un proceso de diálogo, escuchar comunicación con la otra parte, en el cual la figura del mediador es tan solo un garante del buen funcionamiento del proceso, pero en ningún caso de los resultados. El resultado del proceso es tan solo a manos de sus participantes. En la mediación la solución la proponen y lo aceptan las partes, no es un tercero ajeno a la relación quien, con su criterio, impone una resolución a la controversia. La imposición por parte de un tercero, en estos casos, no es la solución al problema de convivencia. No pone fin al conflicto.

Es justo decir, que como se trata de un procedimiento donde la resolución depende únicamente de las partes, esto permite una mayor creatividad, originalidad y diversidad de soluciones. A la vez, y muy importante, los acuerdos se cumplen voluntariamente, puesto que para llegar a la solución pactada, las partes han hecho una previa reflexión y aceptación del acuerdo. No hay imposiciones externas.

¿DE QUÉ CONFLICTOS HABLAMOS?

Dentro del ámbito de las relaciones vecinales pueden surgir muchos conflictos, y bien seguro que a todo el mundo le viene en él ninguno algún conflicto que se ha dado entre vecinos de su escala, o en comunidades de propietarios vecinas o de familiares.

Hablamos de conflictos como por ejemplo los causados por ruidos; los causados por humedades; los de distribución del mantenimiento de determinados servicios por coeficientes o partes iguales; los de uso, mantenimiento o limpieza de los espacios comunes; los de tenencia de animales domésticos; los de horario de riego de plantas; los de las colillas que ensucian los patios comunitarios o incluso que pueden producir daños al toldo del vecino de bajo; los del vecino que no paga la cuota comunitaria; los de aires acondicionados; los de molestias por actividades; los de hitos entre propiedades colindantes; y podríamos seguir con un largo etcétera.

Por desgracia, muchos de estos conflictos se van enquistando en el tiempo. Muchas veces el que en un comienzo es, por ejemplo, un conflicto de ruidos con el vecino de arriba, puede acabar derivando en una escalada de denuncias penales, casi siempre cruzadas, por amenazas, daños e incluso en algunas ocasiones por lesiones. El conflicto va en aumento y se agravia hasta extremos insostenibles.

ES POR ESO QUE EN POCAS OCASIONES LA JUDICIALIZACIÓN RESUELVE ESTE TIPO DE CONFLICTOS.

Judicializado el conflicto, el juez dictará resolución respecto a los hechos de la denuncia penal o demanda concreta. La resolución nos puede gustar o no, pero la convivencia con aquel vecino tiene que continuar. Nos seguiremos encontrando en el ascensor, o a la reunión de la comunidad o al rellano, y el conflicto persistirá, porque no hemos solucionado él detrás trasfondo de este. En estos conflictos la mediación es una herramienta alternativa de gran ayuda, porque si las partes encuentran por sí mismas una solución que los satisface a ambas, el conflicto desaparece. Si las partes con la ayuda del mediador pueden encontrar un clima de diálogo, de comunicación asertiva, que los ayude a poder empatizar la una con la otra, bien seguro que la comunicación entre las partes mejorará, y, por tanto, evitaremos nuevos conflictos. Si es así, no solo las partes resultarán ambas ganadoras, sino, a la vez, el resto de vecinos y vecinas de toda la escala o edificio.

UN CASO REAL DE MEDIACIÓN COMUNITARIA

Carles, casado y padre de familia de dos niños de 9 y 12 años, acude a nuestro centro, y nos expone que desde hace un año aproximadamente la relación con los vecinos de su escala ha acontecido insostenible. Que incluso hace seis meses presentó una denuncia contra uno de los vecinos, Xavier, por las repetidas denuncias de amenazas, alguna vez realizadas incluso ante sus hijos. A pesar de haber celebrado el juicio, al no tener pruebas, puesto que las amenazas siempre han estado en el rellano o ascensor del edificio, por lo tanto, en un ámbito no público, la resolución fue absolutoria. Desde entonces las actitudes verbales agresivas se están agraviando en el tiempo, y ya no solo se dirigen a él, sino también a su mujer. Se le explica que puede acogerse a un proceso de mediación, que es una herramienta a la cual las partes se pueden acoger de forma voluntaria. Le parece bien la opción y nos pide que nos comuniquemos con el resto de vecinos.

El centro comunica en este caso con el presidente de la comunidad, se le explica la demanda realizada por Carles, y le parece bien acudir a la mediación. Aun así, se le pide que convoque una reunión con el resto de vecinos, y un mediador se reúne con todos ellos. Se hace una sesión informativa con todos ellos, con la intención que por todos se legitime como representante de los propietarios al presidente, y además se pide la participación de otro vecino que los represente. Como ningún propietario toma la iniciativa, el mediador aprovecha y le pregunta a Xavier si quiere representarlos y si al resto les parece bien. Xavier está conforme y el resto de vecinos lo ven bien. En este caso, el mediador ha provocado la elección de Xavier, es la persona que Carles refirió como vecino con el cual había tenido más conflicto.

Se hace una primera sesión individual con cada una de las partes, y el mediador obtiene información que evidencia que el trasfondo del conflicto es económico.

Para que haya un equilibrio de partes en la segunda sesión, esta ya conjunta, acuden Carles, su mujer, Josefina, el presidente de la escala, Antoni y Xavier. El clima es muy tenso entre las partes. El mediador pide a las partes que una por una intenten explicar dónde sitúan el punto de origen del conflicto. Todas las partes coinciden, en un inicio la relación era buena, y todo empieza por motivos económicos. Carles hace más de un año que no paga las cuotas de comunidad. La comunidad ha reclamado judicialmente la deuda, pero como solo cobra la ayuda familiar no se le puede embargar ninguna cantidad y la deuda va incrementando.

Carles explica que hace 1 año se le acabó la prestación de paro, y que ahora solo cuenta con la ayuda familiar y los ingresos de su mujer, la cual está dada de alta como autónomo y que realiza servicios de limpieza. Que estos ingresos se los sirven para pagar la hipoteca, la luz y el agua, pero poca cosa más. Que a menudo se han visto obligados a acudir a los servicios sociales para obtener productos alimentarios. La explicación provoca en la otra parte una reacción de empatía con la situación en que se encuentra la familia, y es en este momento cuando el clima de tensión se rebaja.

Las partes empiezan a buscar soluciones, Carles reconoce que no es justo que no afronten los gastos comunes, cuando ellos también hacen uso. Su mujer plantea una posible contraprestación y propone que mientras no puedan hacer frente a la cuota, ella podría encargarse de realizar la limpieza de escalera y no cobrar en la comunidad, Carles por su parte dice que él podría encargarse del mantenimiento de la zona ajardinada común. La propuesta fue vista con buenos ojos por Antonio y Xavier. En esta ocasión la mediación acabó con acuerdos, y hay que decir, que la tensión inicial entre las partes se desvaneció hasta el punto que Xavier le dijo a Carles al finalizar la sesión que quería darle el lote de Navidad que le había regalado la empresa.

CONSELL: Si tienes un conflicto con el vecino, si eres administrador de fincas y la gestión de la comunidad se ve entorpecida por los conflictos vecinales que hay, no lo dudáis: Apostáis por la MEDIACIÓN.

Anna Llauradó Sabaté

Advocada i Mediadora del CEMICALL

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